Enrique era un mago, no
cualquier mago; era un mago blanco. La magia blanca se contrapone a la negra,
pues la blanca lo que busca es la prosperidad en la gente, alegría, amor, desarrollo mental
y producir conexiones entre el cuerpo y el espíritu. Su nombre de mago era Jencaaz. (Todos los magos tienen un segundo nombre). Era la unión entre jengibre, canela y azúcar, que eran sus ingredientes
favoritos; pero no se lo decía a mucha gente.
Jencaaz, había aprendido a cocinar, de su
madre, que había sido maga blanca también, con aquellos secretos que los olores y
sabores podían producir en otros. Ahora se dedicaba a hacer el bien y producir
emociones positivas en las personas que olían y probaban sus platos, mayormente
dulces. Había aprendido también, a cocinar sin harinas y sin azúcares para
aquellos que lo necesitaban, y aun así, producir los resultados que querían o
necesitaban. El mago no vivía solo, criaba a una nieta, llamada Olga, de tan
solo trece años. Olga era una niña inquieta que estaba pendiente de lo que si
abuelo hacía en la cocina.
-¿Cómo no salir impactada de lo
que hace mi abuelo, si el olor se riega por toda la casa?, decía a sí misma.
Últimamente se dedicaba a jugar en identificar
olores y acercarse a las proporciones mágicas, donde el resultado produce
resultados fantásticos.
Cuando le preguntaban a Olga
que iba a ser de grande decía sin dudar: -“Maga blanca”. Y es que ya sabía, que
para los sustos era buena la canela, para el dolor de estómago, el anís; para
el dolor de muelas, el clavo de olor, para la gripe, la miel de abejas. Además,
ya veía a su abuelo Jencaaz, haciendo magia blanca en preparados dulces para:
lograr acuerdos, para curar el desamor,
para alegrar, para emocionar, para darse cuenta de lo que los limita y ayudar
a otros que se conecten con sus posibilidades y fortalezas. Olga era feliz en
esa casa y en la querencia de pasar de aprendiz a maestro.
-Me he quedado sin algunos ingredientes, voy al mercado a buscarlos. Me falta el jengibre, la miel, la nuez moscada, la canela y los clavos de olor, para hacerte unas galletas. Te dejo media taza de leche caliente que le he agregado cinco cucharadas de cacao en polvo. Al llegar te preparo las
galletas, le dijo
-Gracias abue, te voy a
esperar, me encantan las galletas de jengibre.
Olga y su abuelo vivían en un bosque,cruzado por un río. En él sin dudas, vivían personajes mágicos que
merodeaban la casa y eran los que le entregaban las recetas a su abuelo.(suponía). Había
aprendido el secreto del observar la naturaleza con atención plena, la
importancia que tiene el escuchar y el guardar silencio. Olga nunca los había visto, (a los
duendes), pero estaba segura de que existían. Puso la taza de chocolate tibio
en la mesa a esperar que se enfriara. No se iba a tomar la bebida pues pensaba
en las galletas que le había ofrecido Jancaaz y como las iba a mojar en su
chocolate. Era la combinación perfecta: chocolate y galletas. Se sentó, cruzó
los brazos sobre la mesa y comenzó a observar el humo que salía de la taza
caliente. En su imaginación logró ver, formas, animales y duendes del bosque. Así, Olga se
quedó dormida.
Al abrir los ojos, la niña se dio
cuenta que no estaba en su casa; estaba en la mitad de un campo multicolor.
Giraba sobre sus pies y podía ver cómo iban cambiando los colores, hasta que
supo que había dado una vuelta completa, cuando los colores comenzaron a repetirse.
-¿Qué querrá esta niña en
nuestro reino?, escucho a lo lejos, -¿a que habrá venido ahora?, escuchó una
voz a sus espaldas. Cuando muchas voces se solaparon en preguntas, Olga llegó a levantar su voz:
-¿quiénes son ustedes que hablan todas a la vez? ¿Por qué no hablan una a una?, increpó con energía. -¡Yo solo
estoy esperando que mi abuelo llegue y haga las galletas!, dijo
-¡Empiezo yo…!, se escucho una
voz sola.
-¿Quién eres?, preguntó Olga
-Yo soy el trigo, el color
amarillo, el este, el naciente. Soy
el principio y el fin. Soy el mejor ingrediente de las galletas, dijo muy
segura. Poseo el gluten que le dará viscosidad y elasticidad a tu masa. Además,
te daré el color a sol tostado que tanto emociona a la vista. Mi olor es
inconfundible, todos lo saben cuando horneo.
-Ah, el trigo, abuelo siempre
hace el pan…, dijo
-Yo soy la avena, se sobrepuso
otra voz. Tengo las mismas propiedades del trigo, más sin embargo solo
saludables, pues ayudo a que mis alimentos absorban menos grasa, y por la fibra
que tengo, mejoro la salud intestinal. Soy verde, soy el norte, de donde observo a las demás. Aporto energía extra y ayudo
en la salud, a bajar las grasas. Las galletas de avena son las mejores, explicó
-Ahh, que rico, galletas de
avena… crujientes afuera y blanditas adentro, pensó
-Yo soy el maíz, la tercera
harina. Soy el oeste, la noche, soy
el arcoíris. Nunca encontrarás granos de tan variados colores, desde el blanco
hasta el morado. Soy la raíz de América, del sol tostado, del oro y el cacao.
No tengo gluten. Pero tengo almidones que harán de tus galletas las mejores. El
almidón espesa, suaviza y hará que tus galletas crezcan y se esponjen.
-Mi abuelo hace tortillas de
harina de maíz, también arepas y empanadas. Es una harina que se tuesta en las
grasas dejando un increíble sabor. Nunca he hecho galletas de maíz. Creo que
abuelo tiene un frasco con maicena que viene del maíz, le dijo a la voz del
poniente
-Yo soy el arroz. La mejor de
las harinas, la blanca pura, la esperanza del mundo. Sin mí, habrían guerras y
hambrunas. Soy el sur; la India y la China. Estoy en todo el mundo. No tengo
gluten pero soy rica en almidón. Mis
comidas tampoco absorben grasas, ayudan a la salud, y ayuda a bajar el
colesterol. Las galletas de arroz son famosas. Deberías usar el arroz…
- Ya me tienen confundida. Son
cuatro harinas, multicolores. El arroz debe servir también a las galletas de mi
abuelo, les dijo girando sobre sus pies para que todas la puedan escuchar
Al decir esto, sintió una
cálida mano en su hombro que le decía:
-Olga, te has quedado dormida. Ya
he llegado del mercado y conseguí todo para hacer las galletas de jengibre,
aunque veo que no pudiste esperar y te las preparaste tu misma, dijo Jencaaz
-Hola abue. No las hice yo; la
verdad es que tuve un sueño de harinas, olores y colores. Sabes, las harinas
tienen su lugar, su color y bondades. He conocido a cuatro de ellas, el trigo,
la avena, el maíz y el arroz. ¿Qué te parece usarlas todas?, le preguntó al
abuelo
-¿Usarlas todas?, no sé, le
dijo. Si tu no hiciste las galletas, ¿de dónde salieron?. ¿Vinieron contigo en
tu sueño?. En la magia blanca todo es posible. ¡Veamos a que saben tus galletas
multicolores…!, le dijo a Olga
Y tomó una y la probó. - Uhmm,
tienen trigo, avena, maíz y arroz. Excelente mezcla. Además debe tener un poco
de leche, y cacao mezclado. Tiene azúcar en polvo, vainilla y esencia de
almendra, aclaraba. -¿Le agregaste tu leche con cacao?, le preguntó
- No abue, te digo que estaba
dormida. No recuerdo. Yo no las hice, lo dijo con mirada inocente
- Te creo Olga. La magia
ocurre. Nos ocurre. Vas a ser una gran maga…A través de la cocina y de los
postres, podemos hacer que las cosas sean distintas y hacer el bien, mientras
cocinamos...
Estas galletas de Olga no tienen
los ingredientes que su abuelo fue a
buscar, sin embargo, es una receta mágica, que se logró hacer entre sueños,
viajes, y aventuras mágicas
FIN
¿Te
quedaste con las ganas de las galletas de Olga?. Pues te doy la receta:
GALLETAS
CUATRO HARINAS
Ingredientes:
·
1 taza de harina de trigo (Taza tipo de café con leche)
·
1 taza de avena en hojuelas, tipo instantánea
·
1 taza de fécula de maíz, tipo maicena
·
1 taza de harina de arroz
·
1 huevo
·
Media taza de leche
·
5 cucharadas de cacao en polvo
·
1 cucharadita de vainilla
·
1 cucharadita de esencia de almendras
·
1 taza de azúcar impalpable o Nevazúcar
·
1 pizca de sal
·
1 cucharadita de polvo de hornear
·
1 cucharadita de bicarbonato de sodio
·
1 taza de margarina
·
3 cucharadas de aceite
·
1 cucharada de melaza de caña
Magia
en la preparación:
Se colocan en un bol mediano
las cuatro harinas, los polvos mágicos, el azúcar y la sal. Se mezcla bien. En
una taza se coloca el huevo, los aromas y el aceite, y se bate un poco para
romper la yema. La mantequilla se coloca en horno leve para que se disuelva sin
calentarse mucho.
Se hace un cuenco en los
sólidos y se coloca la mantequillas y el resto de los ingredientes. Se amasa
hasta homogenizar. Se deja reposar media hora.
Al término se amasa con rodillo
y se hacen las galletas; Olga las hizo con figuras de la fecha, corazones y
estrellas. Se hornea a 380 º por 25 minutos.
Salieron 50 galletas. Se
espolvorean un poco con azúcar piulverizada
Pura magia, el resultado